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Introducción a “Valorar y desarrollar una idea”
Cuando se inicia un nuevo proyecto o una nueva línea de negocio en la entidad deportiva, siempre se parte de una idea que se desarrollará y, una vez implementada, buscará alcanzar unos objetivos. Estas ideas recorren un proceso inicial de valoración por parte empresarial de su viabilidad e idoneidad, para pasar posteriormente a su desarrollo y materialización en algo concreto dentro de la organización. Vamos a ver como valorar y desarrollar una idea
En este caso vamos a estudiar en qué consisten las ideas, y cuál es su proceso desde la concepción inicial su valoración y posterior desarrollo hasta la consecución de los objetivos marcados.
Las Ideas a Valorar y desarrollar
En el ámbito de la entidad deportiva, los proyectos y las líneas de negocio a implantar siempre se inician con una idea que alguien ha tenido y que habrá que desarrollar. Y es que una idea no es más que una visión o un deseo que hay que concretar para que se traduzca en algo real. Hay que prestar atención a las visiones para valorar y desarrollar una idea
Las ideas son las semillas de los proyectos que desarrollamos y en las que se basan todas las acciones que realiza la entidad deportiva, ya que suponen el inicio de todo el proceso. No obstante, cuándo germinan y maduran y cómo lo hagan dependerá de la capacidad para desarrollar estos proyectos por parte de nuestro equipo partiendo desde ellas, por lo que va a ser básico tener la capacidad de visualizar la potencialidad de estas ideas y permitirles que tengan el recorrido necesario para alcanzar el éxito esperado.
Lo principal de las ideas es que pertenecen al ámbito personal, en este caso de quien las tiene, pero que también va a compartir con el resto del equipo de la entidad deportiva, por lo que una vez puestas en común pasan a ser materia de trabajo de la organización. Esta tendrá que valorar su grado de viabilidad y ser capaz de desarrollarlas con éxito para concluir este proceso desde el nacimiento de la idea hasta su materialización en un proyecto que ofrezca unos resultados determinados y positivos.
Valoración
El inicio del proceso de valorar y desarrollar una idea desde el nacimiento hasta su materialización y conclusión en una línea de negocio concreta para la entidad deportiva es el de la valoración de la propia idea. Es decir, lo primero que hay que hacer desde el momento que se tiene una idea es calibrar su potencial e intentar calcular su rendimiento en el caso de que la desarrollásemos.
Por ejemplo, si una cadena de centros deportivos tiene un grupo de innovación trabajando en nuevos proyectos, la manera de trabajar del grupo será siempre en base a la valoración inicial de las propuestas de ideas aportadas por sus miembros. Una vez que estas ideas son valoradas positivamente se pasará a otros puntos del proceso, pero siempre después de haber superado la evaluación inicial que supone este primer paso.
Y es que hay que dedicar tiempo y esfuerzo a la valoración de las ideas, incluso aplicando unas ciertas dosis de fantasía intentando avanzarse a la realidad que nos podemos encontrar, es decir, efectuando una predicción. No obstante, la valoración que hagamos de cómo será la realidad una vez desarrollada esta idea va a ser la que nos permita determinar su grado de viabilidad y si sería o no rentable para la entidad deportiva.
A la hora de realizar la valoración de una idea debemos tener presente que debe ser una idea con la que nos sintamos plenamente identificados y en la que creamos al cien por cien, ya que si no nos convence del todo ni a nosotros mismos, difícilmente podremos alcanzar el éxito a través de ella. Si se trata de una idea que nos apasiona y que genera en nosotros la plena convicción de éxito, debemos pasar a valorarla, además de compartirla con otros miembros de la entidad deportiva para que nos ayuden a hacerlo, a no ser que el propio valor de la idea se encuentre en su secreto.
Los diferentes puntos de vistas compartidos con otros miembros de la organización pueden ayudar a valorarla con mayor acierto, o incluso a madurarla para mejorarla antes de pasar a desarrollarla, ya que opiniones externas al del generador de la idea pueden complementar el punto de partida inicial.
Para valorar la idea hay que ser capaz de calibrar qué capacidades serán necesarias para alcanzar el éxito con el proyecto a desarrollar. Por eso, si pensamos que la idea nos sobrepasa o que puede revelarse excesivamente compleja para nosotros, lo mejor es continuar recabando información. De esta manera ajustaremos nuestras predicciones al máximo y seremos capaces de predecir con mayor precisión el escenario que supondría desarrollar la idea.
Por último, debemos valorar, más allá de la propia idea qué necesidades de inversión serían necesarias por parte de la entidad deportiva para materializarla, si se le podría hacer frente y cuál sería la rentabilidad que aportaría a las arcas de la organización. Es decir, una planificación que incida en los aspectos económicos de la idea.
Por ejemplo, si un club de golf de tamaño mediano valorara la idea de crear un torneo del European Tour con la finalidad de aumentar su popularidad como marca y la del golf como práctica deportiva en su región, no solo deben valorar si es una buena idea, realizable y con opciones de alcanzar sus objetivos, también deberá valorar los aspectos económicos de desarrollar la idea, lo que determinaría que esta idea no es desarrollable para un club de ese tamaño.
Desarrollo
Una vez que la valoración de la idea es positiva, tocará desarrollarla. Determinar un objetivo concreto y pasar a la acción, realizando un plan de desarrollo que marque los pasos hacia nuestra meta. Y en este caso lo principal es que queden claros los objetivos, que deben ser específicos, mesurables, alcanzables, relevantes y limitados en el tiempo.
Por ejemplo, si un club de básquet de una pequeña localidad pretende iniciar una campaña de publicidad dentro de su comunidad para la captación de socios y tiene la idea de realizar un clínic invitando a Lebron James para que lo imparta, será un objetivo específico, mesurable, muy relevante y limitado en el tiempo, pero difícilmente alcanzable, por lo que debería ser descartado. Si por el contrario deciden invitar a impartir ese mismo clínic a un jugador americano sin experiencia NBA y con un limitado recorrido en el básquet FIBA, pasará a ser un objetivo alcanzable pero muy poco relevante, por lo que también debería ser descartado como posible objetivo del plan de acción.
Para definir los objetivos hay que dedicar recursos, tiempo y esfuerzo suficientes y conseguir, así, disponer de la capacidad necesaria para pasar de la idea a su puesta en práctica. No podemos correr el peligro de equivocarnos en este punto, ni de no realizarlo de la manera más exhaustiva posible, ya que si en este momento del proceso dejamos algunos aspectos sin ligar, más tarde pueden aparecer sorpresas inesperadas que pongan en peligro la viabilidad del proyecto. Una correcta planificación nos ayudará a conocer qué recursos serán necesarios para la puesta en marcha de la idea y ajustarlos a los presupuestos valorados en la previsión de la fase inicial de valoración.
Los planes de acción son muy dinámicos y cambiantes en el tiempo, por lo que debemos valorarlos de manera periódica. Las previsiones del primer momento pueden no ser las mismas que a mitad de desarrollo del proyecto, por lo que a medida que avance deberemos replantearnos los objetivos y los recursos planificados. De esta manera nos vamos a mantener siempre lo más ajustado posible a la realidad de las auténticas necesidades.
Será en este momento, además, cuando dispongamos de toda la información con las nuevas valoraciones, que podremos tomar la decisión de si continuar con el presupuesto inicial o si nos hará falta una revisión del plan de acción en base al que acabaremos de desarrollar la idea. Y es que ajustar la planificación de los recursos y controlar las necesidades del proyecto y cuáles van a ser los resultados obtenidos nos permitirá asegurar el éxito final de la idea inicial gracias a un desarrollo efectivo y a una correcta implementación.