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A pesar de que cuando pensamos en un líder la imagen acostumbra a ser la de una personalidad extrovertida, sin complejos y que siempre tiene la necesidad de ser el centro de atención, estas cualidades pueden no ser las más efectivas en todas las situaciones de trabajo. Vamos a ver porque un líder extrovertido puede ser la opción más ineficaz.
A diferencia del líder extrovertido, la figura del líder más introspectivo, callado, que tiene la capacidad de escuchar y que sabe ceder la iniciativa a sus trabajadores, se rebela como más eficaz en determinados grupos de trabajo donde los empleados son activos y muestran iniciativa.
En este caso comprobaremos cómo las diferentes modalidades de liderazgo pueden ejercerse, de forma igualmente eficaz, en situaciones donde las características de los trabajadores sean distintas en cuanto a su pasividad o actividad, no siendo necesario ejercer un liderazgo extrovertido para conseguir la máxima rentabilidad empresarial y la mayor motivación en la plantilla.
Y es que las consecuencias de ejercer un liderazgo introvertido, que permita la implicación de los trabajadores y que promueva su participación, desembocarán en unos beneficios empresariales que repercutirán en la implicación y la mejora de la productividad.
Líder extrovertido vs. Líder introvertido:
La figura del líder capaz de dirigir grupos viene asociada con frecuencia a la de una fuerte personalidad, que disfruta sabiéndose el centro de atención y que ejerce su liderazgo apoyado en esa capacidad para ubicarse siempre como eje alrededor del que pivota la toma de decisiones.
El líder extrovertido no tiene problemas para hablar ante cualquiera y en todo tipo de situaciones para llevar el mando de las reuniones y de la toma de decisiones. Es un personaje desinhibido, con confianza en sí mismo y al que en todo momento le gusta controlar todo lo que sucede en el ámbito empresarial, es decir, dominar el escenario y ejercer un poder respecto al resto de empleados.
Esto supone que la jerarquía dentro de la empresa queda muy marcada y que la estructura directiva no admite ningún género de duda: el líder se sitúa en el vértice, por encima del resto. La autoridad queda supeditada a la personalidad y a la influencia del líder, ya sea para bien o para mal.
Por el contrario, cuando nos referimos al líder introvertido lo hacemos de una persona que actúa de manera más cauta, más reservada y cuya personalidad es muy introspectiva. Son, incluso, líderes silenciosos que no encuentran la necesidad de estar siempre hablando y dando soluciones en la mayor brevedad posible, ya que su carácter pensativo les lleva a marcar unos tiempos pausados en su actuación.
El líder introvertido es aquel que, antes de exponer su visión de la situación o de afrontar la toma de decisiones, se toma su tiempo para el diálogo. Se detiene a conversar con sus empleados y escucha la visión de los que forman su equipo.
En ningún caso el líder introvertido ejerce un liderazgo en solitario amparado únicamente en su persona, ya que su primera opción siempre es valorar lo que tienen que decir sus trabajadores. Y es gracias a este feedback, que a partir de aquí el líder introvertido conducirá la reunión, apoyado en sus colaboradores para tomar las decisiones necesarias.
El liderazgo en grupos con iniciativa
Aunque la asociación de eficacia en el liderazgo con una personalidad extrovertida está muy extendida, recientes estudios han demostrado que no siempre es la mejor opción ejercer este tipo de dirección ante grupos con iniciativa.
Cuando los trabajadores desarrollan su labor en la empresa con una actitud proactiva, es decir, involucrándose en todo el proceso, proponiendo ideas, mejoras, ayudando al resto del equipo o yendo incluso más allá de donde les tocaría por su puesto, la personalidad de un líder extrovertido puede causar el efecto contrario en cuanto a aumentar la productividad de los empleados.
La dirección de grupos proactivos desde un liderazgo introvertido, dejando espacio para que los empleados se sientan escuchados y se valoren sus propuestas e ideas, permite que el líder introvertido estimule la participación y se aúnen esfuerzos para aumentar la productividad y revalorizar el trabajo en conjunto.
Esto significa que el líder introvertido no se siente amenazado por la actividad e involucración de los trabajadores, y no se molesta en calibrar qué imagen se tiene de él como líder o en mantener su estatus de poder, sino en la productividad de la empresa y en mejorar el funcionamiento aumentando los beneficios.
Y es precisamente debido a la poca atención que otorga el líder introvertido a la procedencia de las ideas, restándole importancia a no ser él quien comanda la toma de decisiones, así, los trabajadores encuentran su espacio para ser más proactivos y trabajar más y mejor por la empresa.
Un indicador de la proactividad en los trabajadores es el grado de responsabilidad que se percibe respecto a su labor en la empresa. Si los empleados liderados por una personalidad introvertida sienten que sus ideas tienen repercusión en el camino de la empresa, su sensación de responsabilidad aumenta, con lo que terminarán asumiendo un papel mayor del que les correspondería según la descripción de su puesto de trabajo.
Consecuencias del líder extrovertido los trabajadores
Sin embargo, cuando a un grupo de trabajadores proactivos los dirige un líder extrovertido, la productividad del grupo no aumenta, tal y como podría parecer lo más lógico, según el planteamiento que asocia extroversión y proactividad.
El motivo de esta incompatibilidad entre el líder extrovertido y un grupo de trabajadores que desarrollan su trabajo de forma activa se debe a que cuando el líder hace gala de una fuerte personalidad y siente la necesidad de ser el centro de la toma de decisiones, los trabajadores pueden llegar a sentir que el líder es poco receptivo a sus propuestas o ideas.
De esta forma, la iniciativa que pudieran mostrar los trabajadores proactivos se vería coartada ante la indiferencia del líder que siempre tiene algo que decir.
No obstante, el líder extrovertido ve una amenaza en la actitud proactiva de los trabajadores, ya que su personalidad le empuja a ser el centro de las reuniones.
El trabajador proactivo gasta mucho tiempo y energía en intentar mejorar la productividad, propone ideas, se involucra en el devenir empresarial, pero, al mismo tiempo, necesita que su esfuerzo se vea recompensado con el reconocimiento y sea tenido en cuenta.
Sin embargo, el líder extrovertido necesita ser él quien dirija las decisiones importantes y lidere las reuniones, por lo que tiende a no prestar la atención necesaria a las propuestas de un grupo proactivo, ya que siente que debe reafirmar su poder y no quiere que se cuestione quién es el líder.
Esta atención excesiva al estatus, a quién ostenta el poder y a la reafirmación del liderazgo, se traduce en un escaso reconocimiento a la implicación del trabajador y a una posterior desmotivación, porque el empleado siente que el líder no valora ni tiene en cuenta sus ideas ni su implicación.
Además, esto puede desembocar en una lucha entre trabajador y líder, puesto que el jefe siente que debe establecer unas líneas diferenciadoras para dejar claro quién manda, y el empleado acaba pensando que no va a trabajar duro por un líder que no valora su implicación ni sus propuestas.
Un estilo de liderazgo para cada situación
En definitiva, pese a que el líder extrovertido goza de mejor fama por su desinhibición y por su determinación, la realidad es que tanto el extrovertido como el introvertido se han demostrado liderazgos eficaces en distintos tipos de situaciones.
En el caso de los líderes extrovertidos cuando se hacen cargo de los grupos de trabajadores menos proactivos, entre ambos logran una comunión que hace aumentar los beneficios, ya que estos se dejan llevar por un líder que impone su criterio.
A los trabajadores más pasivos les gusta saber que tienen un jefe con energía, con una visión clara y que ejerce su liderazgo desde una vertiente más personal, estableciendo él las pautas y las directrices empresariales sin que ellos se tengan que implicar de una forma más activa.
Por el contrario, cuando los trabajadores son proactivos y dicen lo que piensan, un líder extrovertido choca con esta actitud y se siente amenazado. En la reafirmación de su poder es habitual que acabe por obviar las ideas de los trabajadores y estos sientan que sus propuestas no tienen valor para su jefe, por lo que al final dejarán de trabajar en la misma dirección y perderán intensidad e implicación. La mejor opción sería combinarlos con un líder introvertido.
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