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El líder o jefe de una organización es siempre la persona responsable de todos los beneficios, productividad y objetivos de la empresa, pero también de los problemas que puedan surgir en el día a día. Existen muchos tipos de jefes, pero actualmente se está hablando de que el jefe blando no es productivo y de porque su particular manera de llevar la organización no es efectiva.
En pleno siglo XXI, el jefe déspota, orientado solo a mandar, ya no nos sirve, pero, ¿es realmente eficiente el líder blando? Ante este tipo, el jefe duro o déspota es un perfil que parece ya algo anticuado, pero que todavía presenta valores óptimos a la hora de tomar decisiones importantes. En contraposición al duro, el jefe blando acaba siendo una persona que no impone, no aporta soluciones y, por tanto, acaba transmitiendo una sensación de incertidumbre y caos a los trabajadores de un centro deportivo.
Es por ello que lo que parecía, en un principio, el jefe ideal, está realmente cuestionado y empiezan a tenerse en cuenta algunas características del siempre temible jefe duro. Pero, ¿cuál es entonces el jefe ideal? Vamos a dar posibles respuestas a través de algunos ejemplos y el desglose de diferentes tipos de jefes que encontramos en la actualidad.
¿Cómo es un jefe blando?
A primera vista, el jefe blando se perfila como una persona que nos comprende y con la que se puede hablar. Es el sueño de todo trabajador: encontrar un “colega” en aquel que te va a dirigir y controlar todos tus movimientos. Pero todos sabemos que la función de amigo no es la que debe hacer un jefe. Ha de saber llevar adecuadamente la organización y tomar decisiones; y en pleno siglo XXI se hace imprescindible porque las empresas actuales son más polivalentes que nunca.
Todo lo contrario a la imagen que, desde siempre, se ha tenido del jefe déspota y autoritario que solo sabe mandar y no valora. Ahora bien, pasado un tiempo, el jefe blando se convierte en un líder “defectuoso” que no sabe conducir óptimamente a la organización para llegar a los resultados fijados en un inicio. Margaret Thatcher decía que “lo de tener poder es como lo de ser una señora. Si tienes que recordárselo a la gente, malo”. Al buen jefe se les supone potestad, se les agradece autoridad y se les pide cualidades.
El carácter diplomático de éste lo dice todo. En primer lugar, teme a decir no, y acaba siempre por responder sí, aunque esto no sea beneficioso para la entidad. Quiere quedar bien con todo el mundo y ello hace que no se enfrente con nadie, porque no quiere entrar en problemas, pero a la vez no sabe cómo solucionarnos.
A consecuencia de todo ello, es incapaz de delegar funciones, y acaba haciendo gran parte del trabajo él, por lo que provoca un gran desorden en la empresa, ya que no se cumplen con los objetivos ni en el tiempo establecido. Tampoco sabe decidir, porque teme a que si elige un camino u otro, no contente a la mayor parte de sus trabajadores o empresas con las que se ha establecido negocios.
Normalmente, es una persona que no tiene el perfil laboral adecuado para su puesto. Pues carece de liderazgo, no sabe conducir equipos de personas y solo crea problemas ante su poca “acción”.
Con tales características, los trabajadores del centro deportivo se sienten totalmente desmotivados porque no saben bien cuáles son las tareas a seguir para la buena marcha de la empresa. Esto crea un descontento general que hace que el grupo carezca de cohesión y se muestre totalmente perdido, lo que aumenta la sensación de desánimo, apatía y estrés.
Tipos de jefes no productivos
Seguramente en nuestra vida laboral, nos hemos encontrado con diversas clases de líderes. La verdad es que hay muchísimos, dependiendo de la forma ser y de llevar a cabo sus tareas. Una de las clasificaciones que podemos hacer sobre los tipos de jefes no productivos que existen y su manera de actuar es la siguiente:
- Déspota y prepotente: está más cerca del jefe duro, y es tradicional y anticuado. No respeta ni se deja respectar, suele gritar, poner en ridículo a sus empleados, provocando una sensación de miedo y estrés. Acaba imponiendo el orden por la fuerza, pero el ambiente en la empresa no es óptimo porque no sabe motivar a sus trabajadores.
- Controlador: ni hace ni deja hacer. Controla y revisa exageradamente cada movimiento de sus empleados por miedo a que las cosas no salgan bien. Lo quiere tener todo controlado y hay que informarle de cada detalle y tareas. Pide resultados a diario y, por tanto, es inseguro y no se fía de sus empleados ni de su eficacia. Como resultado de sus acciones, crea un mal ambiente de trabajo.
- Pasota: claramente no le importa la empresa ni sus objetivos. Está allí para cumplir el expediente y, en la mayoría de los casos, ocupa su puesto por la remuneración económica. Este tipo de jefe no se implica en la empresa y, por tanto, tampoco con sus empleados.
- Indeciso: nunca sabe por dónde empezar, no tiene orden y no sabe lo que quiere. Cambia las reglas de un día para otro porque todo lo que hace le parece mal y poco efectivo. No sabe delegar funciones y carece del valor de la responsabilidad. Finalmente, genera una gran confusión a sus subordinados porque no les da instrucciones. El jefe blando tendría bastantes características de un líder indeciso.
- Ausente: podría tener algunos rasgos del jefe pasota, pero en este caso es el jefe que nunca vemos. Viene de vez en cuando al centro deportivo, pero no habla con sus trabajadores, va por libre. En este caso, los empleados se sienten desprotegidos, pues no tienen un interlocutor a los que explicar sus ideas, la buena marcha de un proyecto o los problemas a la hora de hacer una actividad.
- Adicto al trabajo: suelen ser personas que viven únicamente para trabajar. Además de que les gusta, no saben hacer otra cosa y se vuelven un poco déspotas. Su vida gira en torno al trabajo, no entiende que sus trabajadores tengan vida personal y no le importa que estos hagan horas extra porque él las hace.
Ningún jefe responde exactamente a un solo tipo de líder negativo que aquí presentamos. Suelen combinar varios rasgos de otros, que se suelen diferencian por su carácter.
¿Cómo es el jefe ideal?
La pregunta principal que todos deberíamos hacernos es, ¿existe el jefe ideal? Para muchos responsables de Recursos Humanos no existe la persona en sí, pero aplicando algunas cualidades que lo hacen ser un buen líder sumado a un carisma especial, se obtiene como resultado el jefe ideal que tanto ansiamos en los tiempos actuales.
En las empresas del siglo XXI, se ha pasado del jefe déspota al jefe blando. Y se ha visto en diferentes ejemplos que el blando no es eficaz y necesitamos personas que sepan dirigir. El jefe ideal posee algunas características del jefe blando y del jefe duro, pero sin llevarlas a su extremo.
Un buen jefe según los directivos
A veces, la mejor forma de dar con el líder eficaz es saber la opinión de los propios directivos. El libro “Dirigir en el siglo XXI”, que realizó la Fundación Española de Directivos en 2002 y que contó con la reflexión de 1.053 directivos, establece que las competencias directivas requeridas y poseídas para el puesto de trabajo del directivo son:
- Integridad personal.
- Capacidad de decisión y juicio.
- Orientación de servicio al cliente.
- Sentido de iniciativa.
- Voluntad de cambio y aprendizaje.
Características comunes de un buen líder
Teniendo presente estas premisas, y poniendo de modelo al jefe clásico (toma de decisiones y la resolución de problemas), pero adaptado al siglo XXI, el líder efectivo es aquel que:
- Tiene la capacidad de formar e informar a sus trabajadores.
- Establece ideas claras, positivas y factibles de llevar a cabo.
- Sabe delegar funciones.
- Motiva a su personal.
- Fomenta el trabajo en equipo.
- Confía en sus subordinados a la hora de realizar cualquier trabajo de su empresa.
- Valora a sus subordinados, pues sabe que es el bien más preciado de la empresa.
- Sabe dialogar, escuchar, hablar y contrastar opiniones de todos los agentes de la organización.
- Sabe decidir rápidamente y afronta los problemas.
- Aplica las políticas laborales que se han fijado en un primer momento.
- Se adapta al cambio.
- Aplica la inteligencia emocional.
Hacia un nuevo modelo de jefe
Vista la ineficacia del jefe blando o diplomático y la mala prensa del jefe autoritario, las organizaciones presentes deben incorporar un nuevo tipo de jefe. Debe tener los rasgos del tradicional jefe clásico, pero ha de ser capaz de adaptarse a las características de la organización actual y futura, aquella que se mueve, que está en continuo cambio, que avanza gracias a las nuevas tecnologías, pero que todavía tiene presente a las personas y sus emociones como valores esenciales.
Así pues, el jefe blando, el indeciso, el pasota, el controlador o el que no sabe reconducir la organización están pasados de moda. Ahora bien, puede haber un jefe controlador, pero que solucione los problemas, un jefe blando que imponga orden y un autoritario que tenga, a la vez, carisma.
Si las empresas han cambiado, también lo ha hecho la sociedad y sus valores. En un reciente estudio, la empresa de personal Cátenon Worldwide Executive Search expuso las virtudes que más valoran los trabajadores españoles en un jefe, y son: que sea un buen líder, sea cercano, se comunique con sus subordinados y fomente el trabajo en equipo. Pero también ha de ser honrado y humilde. Conociendo lo que piensan los trabajadores, estamos más cerca de descifrar el nuevo líder que se merece toda organización.
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