Introducción
Uno de los objetivos de la sociedad contemporánea es consolidar la igualdad efectiva entre sexos en todos los sectores. Las políticas públicas han dedicado muchos esfuerzos y recursos a que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades. Este proyecto de igualdad en el deporte femenino de competición también se ha aplicado al deporte a través de órganos políticos especializados y federaciones. Gracias a estos impulsos procedentes de distintas instituciones, cada vez más mujeres de todas las edades realizan alguna actividad física. Sin embargo, sigue habiendo situaciones de claro desequilibrio entre sexos.
La desigualdad cuantitativa se percibe fácilmente en el deporte federado. Se calcula que en España por cada ficha femenina hay cuatro masculinas. Esta desproporción se percibe desde el deporte de base y condiciona el desarrollo de las categorías absolutas más importantes de cada disciplina, que en muchos casos no pueden considerarse profesionales. ¿Qué se puede hacer para que más mujeres se interesen por la práctica deportiva de competición? ¿Cómo se puede atraer la atención de la sociedad hacia el deporte practicado por mujeres? Es evidente que, por motivos biológicos, es prácticamente imposible para las deportistas alcanzar las marcas de los deportistas en disciplinas como el atletismo. También es cierto que las tenistas no tienen la velocidad de saque de los tenistas. Pero en cuanto a otros factores, el espectáculo está a la misma altura o puede incluso superar a la práctica masculina, como sucede en la gimnasia rítmica, en la natación sincronizada o en el patinaje artístico, por poner algunos ejemplos.
El gestor deportivo debe aprovechar las potencialidades de la actividad física competitiva femenina para consolidar este sector. Así conseguirá el éxito personal y, lo que es más importante, contribuirá a la consecución de la igualdad. En las siguientes líneas se analizarán las características positivas y negativas del contexto actual del deporte femenino, que se deberán tener muy en cuenta para lograr esos objetivos.
Oportunidades para el deporte femenino
Como se ha adelantado, el protagonismo de la mujer es muy inferior al del hombre en el deporte competitivo. Sin embargo, la evolución en las dos últimas décadas ha sido muy positiva, gracias al impulso igualitario de instituciones como el Comité Olímpico Internacional, la FIFA, la FIBA o, a nivel nacional, el Consejo Superior de Deportes.
El compromiso social de nuestro entorno también anima a emprender cualquier proyecto en el que las mujeres puedan tener un papel
principal. En este marco, la gestión deportiva encuentra ventajas como las siguientes:
Viabilidad económica:
El buen estratega sabe sacarle a cada debilidad una oportunidad de progreso. En este supuesto, ese principio se puede aplicar a la situación de los deportes de equipo. En el ejemplo masculino, cada vez se conocen más casos de mala gestión, de especulación con capitales deportivos, de leyes concursales, de deudas con Hacienda…
La burbuja del deporte profesional ha explotado o está explotando en muchos casos. Por el contrario, en el ámbito femenino no se dan esas situaciones. La coyuntura es ideal para crear una estructura competitiva y económica que dedique progresivamente más fondos al deporte femenino y que no caiga en los errores de quienes han gestionado las entidades deportivas masculinas desde los años 80 a la actualidad.
El caso del fútbol puede servir como ejemplo: su modalidad femenina está teniendo una acogida cada vez mejor en los grandes países europeos y en otros Estados muy poblados, como China, Brasil, México o Estados Unidos. En el caso de España, cada vez se consiguen mejores resultados en las competiciones internacionales, por lo que el número de seguidores del fútbol femenino aumenta, aunque lo hace a paso lento. El momento actual es idóneo para impulsar a pequeños clubes que hayan apostado por las mujeres, combinando ambición y modestia. Sin embargo, hay que citar también un inconveniente: en algunos casos, los equipos más poderosos en lo deportivo son los que forman la sección femenina de un club consolidado en la élite del fútbol español masculino.
Apoyo institucional:
La igualdad ocupa muchas páginas en la agenda política actual y una de ellas está dedicada al deporte. La concesión de ayudas institucionales se ha reformulado: las grandes entidades deportivas reciben menos dinero y el reparto debe volverse más equitativo. Cada dotación debe estar justificada por motivos como la labor social de un club en su entorno, su proyección deportiva o el fomento que realiza de la práctica deportiva femenina. Las competiciones con mujeres no tienen la misma repercusión que aquellas en las que participan hombres, pero el respaldo público a las primeras es mayor en algunos casos.
Posibilidad de desarrollar un modelo deportivo que proyecte valores positivos:
Según los estereotipos, el deporte femenino es más amable, más limpio, más respetuoso con los valores que deben imperar en una sociedad. Y la realidad indica que esa es la norma general. Las ideas estereotipadas no siempre son negativas y este caso es un ejemplo. En el desarrollo del deporte profesional masculino de primer nivel, el juego limpio y otras buenas prácticas se han introducido de forma tardía a través de las instituciones deportivas internacionales, con el objetivo de limpiar su imagen. El deporte competitivo femenino, que está dando el salto a la profesionalidad en algunas disciplinas, tiene la ocasión de crear un modelo libre de vicios y basado en valores positivos. Este “buen deporte” puede utilizarse como estrategia para atraer a más público y como herramienta para educar a través del juego y la actividad física.
Mercado publicitario y comercial por explotar:
Cuando en la televisión o en Internet se visualiza un anuncio de una marca deportiva, el hombre es protagonista único en la gran mayoría de casos. Sin embargo, como se suele decir, en el mundo hay más población femenina que masculina y la cifra de mujeres de cualquier edad que hacen deporte aumenta cada día.
¿Lo tienen en cuenta los anunciantes? El equipamiento deportivo que utilizan las mujeres suele presentar algunas variaciones con respecto al del hombre. Pero los últimos avances tecnológicos de esos productos para mujeres rara vez protagonizan los reclamos publicitarios.
El sector de ropa deportiva especializada para la mujer que realiza actividades físicas no competitivas (fitness, jogging, aerobic, yoga…)es amplio y tiene su lugar en las grandes superficies comerciales. Sin embargo, no ocurre lo mismo cuando se aborda la oferta de productos para la competición. En muchos casos, equipos femeninos y mujeres deportistas tienen que recurrir a ropa, calzado y otros materiales pensados para hombres, ya que han sido concebidos sin tener en cuenta las particularidades del cuerpo de la mujer. El impulso de este mercado en su sector femenino resulta esencial para la optimización de la práctica deportiva en ambos sexos. Y, además, parece una clara oportunidad de negocio.
Retos para el deporte femenino
Las oportunidades anteriores no podrán aprovecharse si no se lucha contra algunos obstáculos que merman el desarrollo del deporte competitivo femenino. De forma general, se puede afirmar que los problemas estructurales, sociales y de mentalidad son los causantes de esta situación. Por lo tanto, al coste económico de superar estas trabas hay que añadir el factor del tiempo, es decir, para cambiar el sistema actual se necesita un esfuerzo intenso y a largo plazo. Los principales retos a conseguir son:
Profesionalización:
En el presente, una mujer tiene muy difícil vivir del deporte competitivo. Sólo las grandes estrellas mundiales y algunas afortunadas a nivel nacional tienen medios económicos suficientes para poder centrarse en su carrera deportiva. Y todo ello sin contar con otros condicionantes como la maternidad. Las instituciones deben impulsar la profesionalización del deporte femenino de primer nivel mediante una legislación laboral que dé cobertura a las deportistas actuales y esté preparada para el previsible aumento de la repercusión social de sus disciplinas. Los responsables de la gestión de las entidades deportivas también deben contribuir a estas mejoras laborales, sin olvidar que no deben repetir errores del pasado.
Mejora de las estructuras del deporte de base:
No se puede cambiar una situación fáctica consolidada de un día para otro. Probablemente, el auge del deporte femenino en los próximos años dependerá de si se trabaja de forma adecuada o no en el trabajo de base. Antes, muchas mujeres se incorporaban a una edad adolescente a la práctica deportiva competitiva, debido en muchos casos a los hábitos sociales. Ahora, su inicio en esta actividad se ha adelantado hasta equipararse con los hombres. Las féminas cada vez tienen menos excusas para competir. Incluso en categorías inferiores escolares se permite la participación conjunta de niñas y niños, creando un espacio de convivencia poco común en el pasado.
Equiparación con el reconocimiento del deporte masculino: Para ser realistas, hay que reconocer que el despegue del deporte femenino depende del impulso económico que reciba, tanto del sector público como del sector privado. En el primer caso, parece que poco a poco se está consiguiendo. Sin embargo, en el caso de las empresas, su apoyo resulta todavía insuficiente. Basta con analizar los ingresos publicitarios de las deportistas para llegar a esta conclusión. También resulta reprochable la tendencia a establecer premios con cuantías diferentes para hombres y mujeres en algunas competiciones de disciplinas como el atletismo o el tenis. Ser el mejor hombre o la mejor mujer de un país o del mundo en un deporte concreto debería premiarse igual.
Mayor presencia de la mujer en órganos directivos y en otras ocupaciones relacionadas con el deporte:
Existen puestos profesionales vinculados a la práctica deportiva competitiva donde la mujer debe ganar presencia. Se echan en falta más árbitras, directivas, entrenadoras, preparadoras físicas, cazatalentos, representantes… Los hombres ocupan esos puestos mayoritariamente incluso en la modalidad femenina. Para seguir mejorando el deporte, se necesita contar con la forma de ver las cosas de la otra mitad de la población.
Mayor y mejor presencia en los medios de comunicación:
Quizá este punto sea el más importante para revolucionar el deporte femenino. Las instituciones políticas y deportivas que persiguen la igualdad culpan a los medios de comunicación de falta de interés y de ética a la hora de tratar el deporte femenino. Los derechos televisivos de las competiciones masculinas son muy elevados, mientras que las cantidades que se pagan por retransmitir competiciones femeninas resultan irrisorias. Ni siquiera las televisiones públicas demuestran un interés aceptable hacia las deportistas, a pesar de su supuesto compromiso con las políticas de igualdad. La situación se agrava en los medios privados. La mujer sólo ocupa portadas cuando logra una hazaña. Es frecuente que la deportista con éxito se acabe comparando con el referente masculino de su disciplina y se dejen a un lado sus méritos y su sacrificio, que merecen más atención.
Por otro lado, resulta muy reprochable que en pleno siglo XXI se siga utilizando el reclamo de la mujer objeto para atraer audiencia a la información sobre el deporte femenino. El caso paradigmático es el del tenis: los aficionados a este deporte no siempre conocen a la número uno de la clasificación mundial. Sin embargo, es frecuente que conozcan a otras tenistas que no están en lo más alto del escalafón pero que salen en los medios a menudo por su atractivo físico. En definitiva, las mujeres representan el 20% del deporte federado, pero su reflejo en los medios de comunicación es inferior a ese porcentaje y poco representativo.